Cozumel de mis amores

Cozumel de mis amores

Aún recuerdo cuando Perlita ganó la diputación local, fue aunque lo niegue, por el voto de castigo, ante la imposición de la candidata de enfrente. En lo personal opino qué pasó sin pena ni gloria su periodo, esperaba más de su parte en beneficio de mi isla siendo una representante que repitió hasta el cansancio que haría la diferencia.

Cuando supe que iría por la alcaldía dudé de su triunfo, pero a raíz del hartazgo que se percibía en todo el estado y a consecuencia de los miles de despidos de aquella dichosa “re ingeniería”, se vio venir que de nuevo habría ese voto de castigo de una sociedad cansada de tanta corrupción y hasta de ese ilimitado flujo de recursos solo para unos cuantos.

Los cozumeleños le dieron una oportunidad única y valiosa, histórica por ser la primera mujer en ocupar tan honrosa posición en la política de la isla; sus promesas sonaban fuerte e hicieron eco en una población ávida de funcionarios nuevos, de funcionarios que cumplieran cabalmente y a conciencia con lo que verdaderamente se necesita, con enfocarse en subsanar en lo que alcance, las necesidades apremiantes que reclamaban atención inmediata… después descubrimos que fue solo una ilusión.

Lo que siguió, fue una verdadera decepción, la cantaleta de que le dejaron un municipio roto y sin recursos fue muy repetitivo y hasta cansado, se dedicó a una real cacería de brujas, comenzó a mostrar su desprecio contra los que no la apoyaron desde el principio, el poder que ahora recaía en ella, fue mal utilizado y mal canalizado a sectores que asombrados, no daban crédito a lo que veían y escuchaban.

Jamás le dio su lugar al Gobernador en turno ni a los representantes del Congreso, ni de los sectores más sobresalientes de la comunidad; su misión fue, pelearse con todos los que no estaban de acuerdo con ella y con los que intentaban hacerla entrar en razón.

Los medios de comunicación que pudieron conocer realmente a Perla, recibieron como estocada final una campaña de desprestigio y rencor. Poner a la vista la relación de convenios de publicidad con la mayoría de los medios les ha costado ser señalados como “chayoteros”, “vendidos”, “traidores”, incluso hasta ser agredidos por aquellos que ciegamente y sin informarse debidamente de cómo funcionan dichos convenios, solo repetían sin cesar el himno entonado desde el Ayuntamiento.

Los convenios se manejan entre los dueños de los medios con autoridades locales e incluso estatales. Cada quien pone sus reglas del juego y hay hasta quienes aguantan las críticas constructivas y no tan favorables que se hagan de su gestión, teniendo siempre la madurez política y la buena disposición de trabajar con todos, porque los medios únicamente cumplen con su función de informar.

Los convenios no son específicamente para ensalzar solo lo bueno y callar lo malo, pero en fin, la objetividad de quienes trabajan más de 10 horas a veces, bajo sol, lluvia, en huracanes, sin luz, sin seguros de vida, sin herramientas de trabajo a veces, ya no es ni entendible ni comprensible para el ejército de fieles soldados que creó la autollamada “luz de esperanza” y “representante del pueblo y de los que menos tienen”.

Perdió la orientación, su brújula no le funcionó desde el día 1, la burbuja que se construyó a su alrededor no le permitió ver más allá del balcón de presidencia.

Perdió la enorme oportunidad de ser, no solo la única mujer en gobernar sino en poder reelegirse, en poder demostrar realmente una capacidad que hasta hace algunos años, se veía imposible para nuestro género en cuestiones de política; perdió el valioso chance de callar bocas, de unir, de sumar adeptos y adversarios a su proyecto, un proyecto que debió ser en beneficio de Cozumel y sus habitantes sin colores y sin rencores.

Si algo distingue al electorado, es que no perdona ni olvida, ayer quedó más que confirmado; ahora salen con que fue una elección de estado, con votos comprados y gente acarreada, olvidando o pretendiendo que se olvide, que solo fue la pésima conducta demostrada por su candidata lo que la orilló a perder no solo una elección, sino la confianza de todos aquellos que una vez vieron en ella algo diferente, algo que a final de cuentas, resultó ser solo una máscara y una excelente actuación.

Siempre se justificó diciendo que la hipocresía no va con ella en relación a las múltiples groserías que les hizo a los integrantes de su cabildo. Se le olvidó que la hipocresía no está peleada con la madurez, con la humildad y mucho menos con la educación, factores que a todos nos quedó claro que jamás ha conocido, para todos sus defensores que hasta ayer insultaban, ofendían, se mofaban de quienes no creían más en su sonrisa ni en su tono de voz dulce y hasta empalagoso cuando andaba de buenas, deberían mejor comprender que todo acto tiene consecuencia y más importante aún, deberían respetar la voluntad de una sociedad demasiado castigada y sumamente decepcionada.

Enarbolar un estandarte de que el repudio que se fue generalizando por la mayoría de la ciudadanía hacia ella, es por manejarse con mano dura y no permitir que nadie meta mano en lo que bautizó como su “patria chica”, solo sirvió para dejar en claro y de manera categórica, que se auto proclamó casi casi la dueña y señora de la isla, con una visión errada y generada por una venda creada por su soberbia, su altivez y su arrogancia que ayer le pasaron la factura.

Si eligieron al partido de siempre, no es cosa de lo mismo, el ahora Presidente electo no la tendrá fácil, deberá enfocarse en trabajar desde ya en cambiar la mala impresión que hemos dejado como isleños a raíz de los desplantes y berrinches de la alcaldesa que jugó la lotería y no le bastaron sus fichas, deberá tener el temple y la tolerancia de todos los seguidores de la que ya se va, pero que ha dejado la consigna de no hacérsela fácil al que llega.

No se votó por más de lo mismo, se votó por un cambio verdadero, por un acercamiento real entre gobernante y pueblo y que éste ya no sea a través de “páginas oficiales”; se votó por la armonía, por anhelar respirar paz; se votó para acabar esos circos de las sesiones de cabildo, de oídos sordos y reglas basadas a modo y propios de una tiranía.

Se votó pues, para que ya se vaya porque no pudo cumplir lo que tanto pregonó, no le quedó grande la silla de la presidencia, yo diría más bien, que… ¡nunca estuvo en la silla correcta! Y si bien dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, Cozumel de plano, no merecía el que tenía y que ya comienza a empacar para irse!

Cozumel, QRoo. 2 Julio de 2018

Laura Beytia Cardeña

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